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Les comparto la charla que di como invitada  hace un tiempo. Como siempre es un placer conectar con colegas y estudiantes para hablar sobre la comunicación de nuestra profesión y como fortaleces el ecosistema.

Les comparto la charla que di como invitada por la Aoscioacion Argentina de Counselors hace un tiempo. Como siempre es un placer conectar con colegas y estudiantes para hablar sobre la comunicación de nuestra profesión y como fortaleces el ecosistema.

El marketing hoy se centra en la empatía, se centra en el cliente, y en eso, el Counselors es especialista.

La comprensión empática puede expresarse a través de dos modalidades. Una consistiría en comprender la experiencia del otro a través de activas operaciones cognitivas, tales como la asunción imaginativa del “role” o el análisis conceptual. Según esto el terapeuta observa la experiencia del cliente, observa también sus propias reacciones y se imagina a sí mismo en el lugar de la otra persona y desde ahí saca sus propias deducciones acerca de la situación interna del cliente. En este sentido la inferencia de carácter más bien cognitivo, sería el camino para conocer la mente y la experiencia de la otra persona.

Existe, sin embargo, otro modo de adquirir la comprensión del estado anímico del cliente, la empatía sería más un modo experiencial de conocer que una comprensión conceptual.

Según esto una comprensión empática más observacional e inferencial sería más la pretensión psicoanalítica, mientras que los partidarios de la terapia centrada en el cliente abogarían más por una comprensión tácita más intuitiva y experiencial.

 

 

Esta diferencia de enfoque refleja, más bien, las diferentes metas pretendidas por los diversos sistemas a través de la comprensión empática.

 

 

“Para los terapeutas psicoanalistas la empatía sirve, en último extremo para ayudarles a comprender el ángulo referencial general de la persona, es decir cómo ella característicamente construye y experimenta la realidad y cómo esta construcción está basada en su propia historia, de ahí el énfasis en la asunción del “role” y la inferencia conceptual. En cambio para la terapia experiencial y centrada en el cliente la meta principal es la sintonía comunicativa (captar la inmediatez de la experiencia del cliente, el ángulo de referencia desde el que opera en el momento presente), centrándose así más en la aprehensión tácita de la experiencia inmediata”.

 

 

Las operaciones del terapeuta en estas dos concepciones de la comprensión empática serán, consiguientemente, en alguna manera diferentes. Mientras la sintonía comunicativa pretende cerciorarse de la adecuada comprensión del ángulo de referencia inmediato de la persona y, por tanto, utilizaría predominantemente, aunque no exclusivamente, los reflejos empáticos, la otra posición intentaría no sólo centrarse en las inmediatas comunicaciones de la persona, sino que para obtener una comprensión más general de la experiencia, realizaría preguntas o interpretaciones que llevaran a comprender las pautas existentes en la experiencia de la persona.

 

 

Ambas posiciones, sin embargo, admitirían la proyección imaginativa del terapeuta sobre “los zapatos del cliente” y lo que es más importante aún, la consideración de la comprensión empática como una compleja comprensión de carácter cognitivo-afectiva. Aunque ambas tengan un acercamiento distinto en ningún modo pueden considerarse mutuamente exclusivas.

 

 

La naturaleza de la empatía no queda, sin embargo, agotada en la comprensión empática, sino que incluye otra dimensión importantísima, de la que se prescinde con frecuencia, a saber: la experiencia, es decir, la habilidad para sintonizar e identificar adecuadamente la propia experiencia.

 

 

La relación íntima con el cliente que supone la empatía no deja al terapeuta indiferente, ni con un mero papel de espejo objetivo,  como quizá pudiera pensarse en la época de la no directividad rogeriana, aunque tampoco debiera suponer una identificación con el sentimiento concreto del cliente. Por esta razón, ya nos indica Rogers: “sentir la rabia del cliente, o su temor, o confusión como si fuera propia, pero sin que tu propia rabia, temor o confusión queden ligados”.

 

 

La empatía auténtica no puede ser considerada como una destreza mecánica, sea ésta reflejo del sentimiento o cualquier otro instrumento metodológico (percepción cognitiva del “role”, etc.), sino que debe implicar un interés genuino por penetrar en el mundo del cliente, experimentar cómo sería sentirse él y sobre todo desarrollar un sentido de encuentro, que transmita que uno y otro, terapeuta y cliente, están en este empeño juntos.

 

 

Referencias:

Kelly, E. (1997). Relation-Centered Counselling: A Humanistic Model of Integration.

Mears, D. y Thorne,B (2000). Person-Centered Therapy Today, Londres: Sage.

Rogers, C. (1942). Counselling and Psycotherapy, Boston: Houghton Mifflin.

Rogers, C. (1957). The Necessary and Sufficient Conditions of Therapeutic Personality

Vilas-Boas, M. (2001). El Mito de la No Directividad: El Caso Jill. En Farber, B., Brink,D. Y Rankin, P. La Psicoterapia de C.Rogers, Bilbao:Desclee.

Contenido del Articulo

Pocos conceptos gozan en el momento presente de la popularidad de la empatía. De ella se habla al citar los ingredientes de la inteligencia emocional, la educación en la tolerancia, la resolución de conflictos, la relación interpersonal, etc.

Comenzaremos considerando, la empatía, como un constructo que incluye diferentes dimensiones en su constitución. Un nivel mínimo de empatía parece debe existir como un elemento integrante del funcionamiento interpersonal. Si uno no es capaz de percibir, por lo menos en grado mínimo, si la otra persona está alegre, enfadada, rabiosa, etc. Es muy difícil que no tenga dificultades en el contexto relacional. Es probable que este mínimo grado de empatía esencial, sea el promotor de tantos y tantos libros de autoayuda divulgadores de ese concepto.

 

Pero la empatía puede incluir formas de comprensión interpersonal mucho más complejas, que podrían llegar a participar, por lo menos hasta cierto grado, de a experiencia de otra persona, mediante una sintonía hacia ella. En nuestro trabajo nos centraremos, precisamente, en este aspecto de la empatía, que denominaremos “empatía terapéutica” distinguiéndola de esa otra empatía, de carácter más simple y vulgarizado, mínimo constitutivo necesario del entramado personal.

Esta distinción no supone, evidentemente, el reconocimiento de dos clases de empatía, sino nuestra intención de estudiar los grados de su existencia más compleja.

Qué es la Empatía Terapéutica: Clarificamos

El concepto de “empatía terapéutica” puede empezar a ser clarificado a partir de una distinción muy básica. En ocasiones, esta empatía ha sido considerada como una mera variable creadora de una relación preliminar, de manera que el cliente pudiera ser inducido más eficazmente a cumplir con determinadas prescripciones, que eran las consideradas “verdaderamente terapéuticas”. De ese modo se consideraba a la empatía como un prerrequisito relacional más que una auténtica variable terapéutica de intervención. Se reconocía su importancia pero sólo para establecer la relación.

 

Nuestra clarificación de la empatía no se detiene en examinar esta concepción, sino que tiene necesariamente que ir más adelante considerándola como un elemento central y claro en el cambio terapéutico, que incluía un genuino encuentro personal, facilitador de la inmersión en la experiencia de la otra persona como única. La empatía así considerada, no puede, por tanto, ser estimada como una mera variable preliminar, sino como algo central a la terapia, por derecho propio.

 

Carl Rogers y su trabajo con al Empatía

Los trabajos iniciales de Rogers, coincidente con la “terapia no directiva” no mencionaban específicamente el término empatía aunque muchos de los comentarios coincidían con ese concepto.

 

Establecido ya en el cambio hacia la Terapia Centrada en el Cliente, Rogers realizó, la que había de ser con el tiempo famosa presentación de la hipótesis de las condiciones necesarias y suficientes para el cambio terapéutico. Fueron expresadas por él mismo de la siguiente manera:

  1. Dos personas se encuentran en contacto psicológico
  2. La primera, a la que podemos llamar cliente, se encuentra en un estado de vulnerabilidad y angustia (incongruencia).
  3. La segunda a la que podemos llamar terapeuta o consejero, es autentica e íntegra en la relación (congruente).
  4. El terapeuta o consejero experimenta una consideración positiva incondicional hacia el cliente.
  5. El terapeuta o consejero comprende de un modo empático (comprensión empática) el mundo interior del cliente e intenta transmitirle dicha comprensión.
  6. La comunicación o transmisión que el terapeuta hace al cliente de su comprensión empática y de su consideración positiva incondicional, es percibida como tal por el cliente, al menos en un grado mínimo.

Me apresuraré a afirmar que estas condiciones, más adelante especificadas en la famosa triada: empatía, aceptación positiva incondicional y congruencia, nunca fueron consideradas por Rogers como técnicas o conductas, sino más bien como actitudes, que el terapeuta debería necesariamente de aportar a una relación terapéutica, si quisiera dotar a ésta de la eficacia pretendida. No existe ninguna conducta o pauta de conductas que pueda ser considerada como una inevitable expresión de empatía, ni una necesaria expresión de una actitud empática.

 

La manifestación de Rogers a este respecto no puede ser más categórica:

“No tienen un valor esencial en la terapia técnicas tales como la interpretación de la dinámica de la personalidad, la libre asociación, el análisis de los sueños, el análisis de las transferencia, la hipnosis, la interpretación del estilo vital…Cada una de estas técnicas, sin embargo, puede llegar a ser un canal de comunicación de las condiciones esenciales…

Pero de la misma manera que dichas técnicas pudieran comunicar los elementos que son esenciales para la terapia, también podrían comunicar actitudes y experiencias tremendamente contrarias a las condiciones terapéuticas, expuestas como hipótesis ”.

El reflejo de sentimiento y la Empatía

Incluso la técnica denominada “reflejo del sentimiento” a veces empleada por Rogers, de ninguna manera puede identificarse con la actitud empática y por consiguiente ser considerada una condición esencial de la terapia.

Solamente en tanto en cuanto esta técnica sea un canal válido para manifestar la empatía y la aceptación positiva e incondicional del terapeuta, podría ser aceptada como instrumento válido.

“En qué medida la “reformulación”, “clarificación” o el “verificar percepciones” es esencial para la práctica de la Terapia Centrada en el Cliente en una cuestión compleja con interesante trasfondo histórico. En realidad es la empatía, expresada en términos de autenticidad y preocupación por el cliente, lo verdaderamente esencial de la labor de Rogers.

El reflejo no directivo de los sentimientos del cliente es tan sólo una de las muchas técnicas para expresar empatía ante el cliente”.

La empatía no debe ser adecuada o confundida con el “reflejo”, puesto que la empatía es un proceso actitudinal del terapeuta que penetra y percibe el mundo interno del cliente “como si”fuera él mismo, mientras que el “reflejo”es técnica que puede ayudar a ese proceso. Pueden, por tanto, existir otros modos o técnicas que la faciliten.

 

Es claro que el punto clave de esta definición se encuentra en el desarrollo de ese “conocimiento y comprensión” de la otra persona. Existe una cierta unanimidad, en admitir una doble dimensión en la empatía: la cognitiva y la afectiva, o si se prefiere en términos más actuales y exactos, la comprensión y la experiencia.

 

Existen aún muchas incógnitas por despejar, tanto con respecto a su naturaleza, como a su comunicación, a su efecto en el cliente, o al modo de entrenar y preparar al terapeuta para el manejo de esa compleja comprensión afectivo-cognitiva, que incluye su propia experiencia. Lo que sí sabemos es que esa actitud, que denominamos empatía contribuye grandemente a hacernos más humanos, más personas, más nosotros mismos. El arduo camino, por tanto, de su investigación y estudio bien merece la pena.

 

Referencias:

Kelly, E. (1997). Relation-Centered Counselling: A Humanistic Model of Integration.

Mears, D. y Thorne,B (2000). Person-Centered Therapy Today, Londres: Sage.

Rogers, C. (1942). Counselling and Psycotherapy, Boston: Houghton Mifflin.

Rogers, C. (1957). The Necessary and Sufficient Conditions of Therapeutic Personality

Vilas-Boas, M. (2001). El Mito de la No Directividad: El Caso Jill. En Farber, B., Brink,D. Y Rankin, P. La Psicoterapia de C.Rogers, Bilbao:Desclee.

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Formado para facilitar un proceso de ayuda, su tarea implica desde lo que sabe y desde lo que es.

El Modo de ser necesario del Counselor (consultor Psicológico) implica un arduo entrenamiento para el desarrollo de las aptitudes básicas: Empatía, congruencia y aceptación incondicional.

 

Estas actitudes, en una atmósfera de respeto, comprensión, estima, autenticidad, libertad, creatividad, amor, es libre de amenazas para la entrega de uno mismo.

 

Esta atmósfera no es posible si esas condiciones no están primero dentro del propio Counselor. La autoaceptación se considera imprescindible, no perder contacto con la propia realidad aunque estemos centrados en el otro. La congruencia debe ser un modo de ser en el mundo. 

Dejar ser, dejar ir, es una forma de resumir la relación del Counseling desde el enfoque.

Condiciones para ser acompañado por un Counselor

En principio toda persona puede ser atendida por un Counselor, en cuanto su consulta, problemática, crisis, intención y autorrecursos disponibles, concuerden con la posibilidad de un progreso que tienda al cambio, desarrollo y despliegue personal.

 

Desde la mirada del Enfoque Centrado en la Persona toda persona posee las condiciones para desplegar la tendencia actualizante.

 

Si la persona padece algún grado de perturbación o discapacidad mental que imposibilite un proceso de Counseling, el Counselor lo derivara a un especialista.

Como dominar la atmosfera en la Consulta Terapeútica

La atmosfera en la consulta psicológica es la combinación de elementos sutiles pero penetrante que dependen de los factores como la preparación del Counselor para percibir que distancia necesita el consultante y el estado de angustia que desencadena la alarma del consultante.

Una atmosfera no puede ser terapéutica sino está impregnada de seguridad y calor.

SEGURIDAD: Es la base de toda reorganización psíquica

SEGURIDAD EXTERNA: Secreto profesional, social  y legal

SEGURIDAD INTERNA: Seguridad emocional, fuerza para afrontar la angustia, para enfrentarse al propio yo

CALOR: Optimo, ni excesivo ni escaso

Referencias: por Soledad Sarasúa | Resumen propio para catedra de Counseling.

A diferencia del psicoanálisis, no interpreta a la persona

Susana Ingrid Joski, de 52 años, madre de dos hijos, aseguró que el hecho de acudir a una terapia de counseling le cambió la vida, y reconoció sentir un profundo agradecimiento por esta disciplina, que propone una forma diferente de las psicoterapias tradicionales para superar situaciones puntuales de crisis.

 

 

“Ahora siento que vivo en un momento pleno”, contó Susana, quien se definió como una persona “común” que pasó por circunstancias difíciles. Acudió por primera vez a un consejero (counselor ) hace tres años, poco tiempo después de haberse divorciado. “Ese –dijo– fue el primer motivo que me impulsó a recurrir al counseling, luego de reiteradas sesiones con un psicólogo que me buscaba la vuelta a todo y me hacía revisar continuamente mi pasado. Estaba en crisis.”

 

 

Tanto le apasionó a Susana descubrir esta profesión que decidió cursar la carrera, y ya terminó los dos primeros años en una de las veintidós instituciones donde en la actualidad se dictan cursos de esa disciplina, reconocidas oficialmente por el Ministerio de Educación.

 

 

En la Argentina el counseling está creciendo, pues muchas personas optan hoy por resolver sus conflictos en un lapso más breve y de forma no tradicional, en vez de acudir a un psicoterapeuta. Para Eduardo Blacher, ex presidente de la Asociación Argentina de Counselors (AAC), elcounseling “es una profesión de ayuda que asiste a las personas en momentos de crisis y cambio”. Según Ricardo Sotillos, director académico del Instituto Argentino de Consultores Psicológicos, “es una disciplina de ayuda interventiva y preventiva; el counselor realiza entrevistas con personas o grupos que viven un momento de desorientación o crisis”.

 

 

El counseling nació como disciplina en los Estados Unidos y en Europa en los años 30. En 1987, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo recomendó como el método más apropiado de ayuda, de apoyo y de prevención, y en el exterior ya es moneda corriente.

 

 

La función del counselor fue ampliando en los últimos años sus áreas de trabajo, que se basa en la teoría del psicólogo estadounidense Carl Rogers, que se centra en la persona. 

 

El counselorGuillermo García Arias, director de Holos Capital, destacó que el 95% de las consultas psicológicas en los Estados Unidos son atendidas por counselors , “ya que se trata de personas sanas con conflictos; sólo el 5% se trata de patologías debidamente derivadas a psicólogos y psiquiatras”.

 

 

Datos locales

En nuestro país, la disciplina fue introducida por el licenciado Andrés Sánchez Bodas, que en 1986 creó la Escuela Argentina de Counseling. En 1992, el Ministerio de Educación oficializó la carrera. En 2001 había alrededor de cinco instituciones oficiales; en la actualidad, hay veintidós.


“En el país, desde hace seis o siete años el counseling es un boom. La tendencia al crecimiento de esta disciplina es notable y aumenta cada vez más. Antes había que explicarle a la gente de qué se trataba -dijo Sánchez Bodas, que estudió Psicología en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y es director de Holos San Isidro y Epogé, Centro para el Desarrollo Humano-. Además, desde 2003 la cantidad de alumnos creció un 50%. La gente se dio cuenta de que era muy útil.”


En el país hay unos 6000 egresados y, según los expertos consultados, la cifra está en aumento. Sus objetivos son orientar, prevenir, ayudar a resolver conflictos y promover cambios para facilitar el desarrollo de las potencialidades y el crecimiento de quienes consultan. La empatía, la aceptación incondicional y la congruencia son las tres actitudes que Rogers consideró necesarias en los profesionales.


El counseling surgió como una herramienta dirigida a asistir a personas sanas que necesitan contención emocional en situaciones críticas. Según Sánchez Bodas, se diferencia de la psicoterapia tradicional por el modo como se trabaja: no se emite ningún tipo de juicio sobre los consultantes.


En el mismo sentido, Raquel Finkelstein, counselor y ex vicepresidenta de la AAC, opinó: “Elcounseling es un modo de acompañar a la persona y de escucharla, sin pretender interpretarla ni juzgarla”. Para Blacher, “es una salida a la resolución de conflictos de una manera más rápida, y desde la autogestión. Es decir, son procesos breves y no terapias tradicionales, en las que se prioriza la situación inmediata más que el pasado del consultante”.


La mayoría de los counselors son conscientes de sus limitaciones. La tarea principal tiene que ver con la escucha y el acompañamiento. “No atendemos psicopatologías porque no tenemos el conocimiento ni la formación para diagnosticar”, señaló Blacher. Y aclaró: “Algunos dicen que es una carrera light , o que hacemos un uso indebido del título de psicólogo. Pero no somos ni pretendemos serlo.”


Sotillos enfatizó: “Los counselors tenemos el ojo bien entrenado para advertir cuándo estamos por tocar los límites. Es decir, cuándo el consultante tiene alguna psicopatología. Para los problemas de fondo, está el psicólogo”. El licenciado Eugenio Pérez Soto, director del Centro Existencial de Logoterapia, destacó el rol orientador del counselor . “Debe tener la honestidad de derivar al psicólogo o al psiquiatra a personas con neurosis o a quienes no le encuentren sentido a la vida.”

El secreto del éxito

Según Ana Garzón, counselor , esta disciplina sirve como catarsis. “Se aplican técnicas que permiten trabajar el enojo y la angustia. Las emociones están a flor de piel. La persona está sana, pero se la ayuda a descubrir cómo resolver sus problemas”, comentó.

 

En cuanto a cuál es la clave del éxito de la profesión, dijo: “Son procesos breves. Lo ideal es que la persona no tome al counselor como bastón, porque le costaría despegarse. Además, es más económico que otros abordajes”.

 

Según Sotillos, las consultas más frecuentes son por la baja autoestima, los problemas de pareja, la violencia familiar y las adicciones; también las referidas al síndrome de nido vacío o a la falta de motivaciones. Finkelstein agregó: “Acuden por problemas existenciales, temores, duda, desorientación”.

 

Sánchez Bodas comentó que un 70% de las consultas suelen ser por crisis matrimoniales y por problemas de vínculos. “El counseling toma a la persona desde la salud y no desde la enfermedad. La tarea es de escucha y de acompañamiento. No existe una técnica, porque cada persona es única y necesita un modo diferente para que lo acompañen”, agregó Blacher.

 

Hoy en día, los counselors comienzan a hacerse notar en los más diversos ámbitos: hospitalario, comunitario, educacional y laboral, y están integrándose al trabajo interdisciplinario.

 

Carlos Mascherpa, profesor de portugués, enviudó en 1997. En 2003 consultó a un counselor porque no quería trabajar. “Mi primer motivo de consulta -recordó- estaba relacionado con lo laboral, pero también con la autoestima y lo afectivo”. Gracias al counseling, contó, se siente seguro de mí mismo y puede hacer cosas que había considerado como imposibles de lograr.

 

Esta disciplina le brindó las herramientas necesarias para que él mismo encontrara la solución. Hoy, Carlos aspira a recibirse de counselor (empezó a estudiar la carrera, de 3 años, hace un año). Ansía poder trabajar ad honórem en hospitales o escuelas. “Tiene que ver con una necesidad personal y no económica”, concluyó entusiasmado. 

Referencias: Sábado 28 de junio de 2008 . La Nacion | Publicado en edición impresa

El Counseling o la Consultoría Psicológica es una profesión de ayuda que asiste a personas normales (sin patologías mentales ni trastornos de personalidad) en momentos de crisis y cambio.

Es la disciplina de ayuda que integra, de manera científica y creativa, conocimientos del campo de la educación, la sociología, el trabajo social, la psicología, la filosofía, la teología, y la antropología, con la intención de asistir, habilitar su capacidad de autodirección y su competencia operativa a un ser humano, a una pareja, una familia, un grupo o una organización que presente alguna traba o distorsión en su proceso de crecimiento, desarrollo y despliegue de las condiciones potenciales que posee.


Sus objetivos son, entonces, la promoción del bienestar individual, y social comunitario; la prevención y asistencia ante problemas y/o conflictos personales y vinculares debilitantes del  bien estar individual y relacional; y la facilitación en procesos de desarrollo personal, para promover el despliegue de los potenciales humanos.


En consultorio privado asiste a individuos, parejas o familias en temas como sexualidad, adicciones, crisis vitales, orientación vocacional, maternidad, adolescencia, problemas laborales y relaciones interpersonales.


Diferencias entre el Counseling y la Psicoterapia

Siendo la Argentina uno de los países en donde más arraigada se encuentra la teoría psicoanalítica, en donde “psicología” se tornó sinónimo de Freud, no es atípico encontrarse con demasiadas inquietudes respecto a qué diferencias existen entre un proceso de Counseling a las sesiones tradicionales de diván.

Si bien existe información circulando en Internet, nos dimos cuenta que esta misma no se encuentra muy organizada ni tampoco es tan precisa y accesible para aquellas personas que no poseen muchos conocimientos en la materia.

 

  • El Counseling parte de un modelo filosófico, trabajando con personas “sanas”, en crisis o con alteración en el desarrollo, sin patologías mentales ni trastornos de la personalidad. Su tarea consta en facilitar las capacidades humanas latentes, propias de todo individuo. Se orienta al cambio y/o transformación, a la prevención de la salud mental, la resolución de conflictos, a la facilitación del desarrollo y despliegue personal. Denominamos al profesional “Consultor” o “Counselor” y al que consulta “Consultante”, tendiendo a una simetría en la relación, promocionando que él mismo se convierta en su propia guía. El Consultante no es “paciente” sino “participante activo” de su autodesarrollo, y es en búsqueda de un profesional que lo ayude a conocerse mejor a sí mismo, que acude a consulta. Siendo así, el Counselor no “cura”, diagnostica ni pronostica, simplemente facilita el autodesarrollo y autonomía del individuo.
  • El Counseling es una profesión en sí misma, con su propia formación e identidad de rol, que no deriva de la psicología sino del trabajo social y la educación.
  • No es una terapia en tanto no pretende curar, sino un proceso de ayuda para el desarrollo personal. Es por ello que trabaja más en el presente que en el pasado: no utiliza la interpretación, genera de ser posible una relación de persona a persona, no directiva, no dirigida, que no busca la dependencia del consultante.

Considera que quien más sabe de sí es el que consulta, y que el profesional sólo debe acompañar facilitando con recursos profesionales que el o los consultantes se autoperciban mejor, se saquen los ‘velos’ que les impiden autoreconocerse.

 

  • La psicoterapia tradicional parte de un modelo médico. Por ende, el profesional trata a pacientes con perturbaciones psicológicas que afectan la personalidad y la conducta, buscando la superación de síntomas y adaptación al medio. Su modo de trabajo consta en realizar una lectura del malestar, dirigiéndose hacia el diagnóstico, pronóstico y tratamiento de este mismo. Existe un “paciente” expectante que adolece, en búsqueda de un “terapeuta” que lo sane, marcando así, una asimetría en la relación. La relación de ayuda se trata como una práctica médica más, lo cual atañe a un estilo de acercamiento al consultante similar al de un médico con su paciente (camilla = diván).
  • Por lo general, los procesos de Counseling son breves y con frecuencia de un encuentro semanal. Si bien cada profesional deberá analizar cada caso en particular, no suelen extenderse mucho más de los dos años. Esto sucede, no porque sea menor o menos profundo sino porque no pretende, como en el caso de la psicoterapia, ocuparse del tratamiento de problemáticas graves de la personalidad como la reconstrucción, orientación interna, análisis, referencia predominante de lo anormal y el pasado. Dichos procesos de cambio suelen ser de larga duración. El Counseling trata lo cotidiano y presente, sin necesidad de analizar lo transitado a fin de encontrar una solución al conflicto actual.

Referencias: Texto de estudios adaptados para la Despliegue Emprendedor,

Los Counselors se distinguen generalmente de los psicólogos clínicos o los psiquiatras, que trabajan predominantemente con individuos anormales o perturbados, mediante la afirmación de que sus clientes son normales. Pero ¿cómo definir la normalidad?

Es abundante la bibliografía existente que trata sobre las características de quienes se desvían respecto al desarrollo normal y que estudia a los per­turbados y los ansiosos, pero mucho menos se sabe sobre la naturaleza de la normalidad psicológica.


Básicamente, se han utilizado dos enfoques para definir la “normalidad”. En primer lugar, se la ha relacionado con los hechos estadísticos del “promedio” o “lo típico”. Según este enfoque, el individuo promedio y quienes se encuentran próximos a él (convencionalmente, los que en una distribución obtenida según cualquier medida se ubican en una des­viación estándar por encima y por debajo de la media) se consideran nor­males. Los individuos que están por encima y por debajo de este área central dentro de una distribución serían considerados anormales. El segundo enfo­que consiste en considerar la “normalidad” como una cosa relativa. La nor­malidad significa entonces aceptación por parte de algunos grupos de referencia. Los grupos o culturas varían en cuanto a lo que consideran aceptable. Este enfoque plantea la cuestión de si la normalidad no es básicamente una conducta de adaptación y conformidad.


Respecto de ambas concepciones de la normalidad Shoben ha señalado que los términos “usual” o “más frecuente” o “promedio” carecen de significación s¡ no se hace referencia a algún grupo, y este estado de cosas plantea dos problemas:

En primer lugar, la conformidad en sí misma, como lo ha demostrado abundantemente la historia, es una guía poco confiable para la conducta. La innovación es tan necesaria para la supervivencia de una cultura como la tradición y la conservación, y frecuentemente la conformidad ha significado aceptar condiciones que han socavado la madurez, y el desarro­llo positivo de los seres humanos en lugar de facilitar su progreso.


En segundo lugar, las concepciones relativistas de la normalidad plantean serios problemas con respecto al grupo de referencia en función del cual deberá  evaluarse  a cualquier individuo.


La normalidad ha sido descripta de diversos modos como conducta natu­ral, eficaz, adaptadora, equilibrada, consciente o controlada. Tras resumir diversos puntos de vista sobre el concepto de normalidad adoptados por psi­cólogos, psiquiatras, educadores y otros, Mowrer la ha definido de esta manera:


“Toda sociedad humana está organizada y dirigida sobre la base de ciertos principios —a los que cabe aplicar la denominación de ética social—. Estos principios han sido elabo­rados a lo largo de un período muy prolongado, con muchos errores y muchos sufrimientos. Cada individuo que nace en una sociedad humana es presionado para que adopta las moda­lidades aprobadas de esa sociedad, y cada individuo experimenta en el curso de su des­arrollo algunas de las luchas, dificultades y dilemas que la evolución de su sociedad ha implicado. En la medida en que un individuo es capaz de asimilar durante su vida la sabi­duría adquirida dificultosamente a lo largo de la historia y asimilada por su sociedad, y capaz también de aprovechar los frutos de esa asimilación, puede decirse que es normal; en la medida en que no lo logra, es anormal.”


Aunque quienes tengan efectivamente serias deficiencias de uno u otro tipo serán probablemente derivados a personal más especializado, parece bastante obvio que aquellos que se encuentran cerca del polo positivo de cualquier descripción que se atenga a la normalidad (por ejemplo, los superdotados) no serán derivados a tratamiento porque rara vez se ve como anormal la conducta positiva.


Se han propuesto varias descripciones generales del individuo mentalmente sano. Jahoda llama persona psicológicamente sana a aquella que domina activamente su ambiente, muestra una considerable unidad de personalidad y es capaz de percibirse a sí misma y a su mundo en forma realista. Tal indivi­duo es independiente y capaz de funcionar con eficacia sin hacer a los demás demandas excesivas.


La definición de Shoben va más allá de la autosuficien­cia. Propone que es sana la persona que muestra autocontrol, responsabili­dad personal, responsabilidad social, interés social e ideales. Shoben cree que su formulación provisoria de la adaptación integradora evita la noción de que la persona normal es siempre feliz y está libre de conflictos, o carece de problemas, y reconoce que el individuo normal puede no lograr cumplir sus ideales por ignorancia, por las limitaciones en que vive o las presiones inmediatas. Además puede comportarse a veces de maneras poco previsoras O perjudiciales para él mismo.

Hountras describe al individuo psicológicamente sano con las siguientes palabras:


  • Tiene autorrespeto, y respeto y confianza por los demás, esencia de una actitud sana hacia la vida.
  • Asume responsabilidad por su conducta y experimenta satisfacción en el trabajo y las actividades recreativas.
  • Se muestra sensible a las necesidades de los demás.
  • Establece metas realistas que se pueden alcanzar.
  • Tiene metas, intereses y fuentes de gratificación que se hallan dentro de los límites de lo socialmente aprobado.
  • Cuando tropieza con obstáculos e incertidumbres emplea un enfoque de resolución de problemas.
  • Tiene conciencia de sus propias necesidades en cuanto ellas influyen sobre sus interacciones con los demás.
  • Desarrolla una filosofía de la vida que comprende los valores, creencias, ideales y expectativas que orientan su conducta e integran las diversas facetas de su per­sonalidad.

Muchos protestan contra el empleo de terminología tal como “enfermedad mental’ e insisten en que las decisiones relativas a la conducta mal adaptada se apoyan básicamente en juicios que implican convencionalismo y ciertas normas sociales.

El concepto de enfermedad mental no es análogo al de enfermedad física, en cuyo caso se decide sobre la base de las desviaciones que se produzcan con respecto al funcionamiento óptimo del organismo.

Referencias: Texto adaptado del Capitulo 3: El asesorado: Características del desarrollo e intereses. Manual para el Asesoramiento Psicológico (Counseling) Por Shertzer&Ystone.

“Con el counselling le proporcionamos al paciente recursos para que aprenda a gestionar esas emociones”.

Ayudar al paciente a identificar sus
emociones influiría en los resultados de la farmacoterapia

Un trabajo señala que analizar los aspectos emocionales del paciente y ayudarle a que sepa gestionarlos a la hora de tomar decisiones pueden tener repercusión en los resultados de la farmacoterapia.

Las emociones juegan un importante papel dentro cualquier tratamiento. Es más, ayudar al paciente a identificar aspectos emocionales y a saber gestionarlos a la hora de tomar decisiones pueden tener repercusión en los resultados de la farmacoterapia. Ésta es una de las principales reflexiones que se desprenden de una investigación llevada a cabo por el farmacéutico comunitario Antonio Barrera. Dicho estudio ha sido su trabajo final de Máster (TFM), realizado en la Universidad San Jorge, en Zaragoza.

El objetivo de este trabajo ha sido profundizar en el manejo de las emociones del paciente desde la oficina de farmacia para así optimizar la farmacoterapia. En concreto, este estudio se ha desarrollado en la farmacia Paús C.B., situada en Huelva capital. Ha contado con una muestra de ocho pacientes, todas ellas mujeres, con edades comprendidas entre los 59 y los 83 años. Todas presentaban además enfermedades crónicas.

Para trabajar el manejo de las emociones con estas pacientes, se han realizado entrevistas en profundidad en las que se han utilizado técnicas de counselling. Estas técnicas consisten en interactuar con el paciente para ayudarle a que identifique sus emociones, reflexione sobre ellas y las tenga en consideración en el momento de tomar decisiones. “La gestión de las emociones influye muy positivamente. Se consigue un cambio en el paciente, un cambio en su autonomía y en la toma de decisiones que afectan a su salud”, explica Barrera. “Con el counselling le proporcionamos al paciente recursos para que aprenda a gestionar esas emociones”.

Para llevar a cabo este trabajo, a cada paciente se le planteaban cuatro entrevistas: en las dos primeras se profundizaba en las emociones; en la tercera, además de un plan de cuidados en función de sus patologías, se le entregaba otro con conclusiones sobre cómo gestionar las emociones; y en la última se comentaba con ella los resultados.

¿Cómo aplicarlo el día a día?

A pesar de que este estudio se ha llevado a cabo con una minuciosa investigación a través de entrevistas en profundidad, el autor ofrece algunas pistas sobre cómo puede implicarse el farmacéutico comunitario en la gestión de las emociones de sus pacientes: “Hay que hacer una escucha activa, sin juicios de valor, sabiendo identificar las emociones y formando un equipo con el paciente. Entre los dos deben valorarlas, estudiar como aplicarlas en la toma de decisiones y ver cómo ponerlas en práctica”.

Y es que, para Barrero, este trabajo también tiene como fin potenciar el papel de la farmacia comunitaria en el sistema sanitario e integrar la labor que realizan los distintos profesionales (médicos, farmacéuticos, enfermeros, psicólogos…), cada uno en su ámbito de actuación. “Unir toda esa labor que realizan cada uno estos profesionales redunda en beneficio  del paciente”, concluye.

Autor: Manuel Fernández Bustelo

Alohaaa, como vas?

Cualquier diría que lo más fácil al momento de tomar decisiones en nuestra vida es decidir crecer, ir en pos de nuestros sueños e imaginar todas las cosas que podríamos hacer a partir de tal o cual momento.

También muchas veces “deliramos” con una película y nos ponemos como protagonistas, cuando el actor es un profesional de la ayuda “exitoso”, entendiéndose como exitoso: viste bien, casa impecable, auto moderno, consultorio repleto con citas a dos o tres meses, lo llaman para dar entrevistas y le piden consejos sobre determinadas cuestiones sociales… Decide sobre su tiempo libre y lo pasa disfrutando en familia y a su vez le queda tiempo para sus amigos.

Como viste la imagen? Te identificas con el sueño?

La realidad por otro lado parece estar a kilómetros de esta imagen perfecta, pareciéndose más a estos tres puntos:

1) A los profesionales de la ayuda les cuesta salir de su zona de confort, entendiéndose por esta: consultorio, consultantes, temas varios, desarrollo personal (que parece incluir todos los temas del mundo).

2) A muchos les encanta decir que su profesión los hizo crecer, desarrollarse, que más que profesión fue como una “terapia a largo plazo” y que recibirse fue solo la cereza del postre después de 4 años, a veces más…. Y se quedan ahí. Al momento de comenzar, simplemente necesitan tener más estudios, más conocimientos, más de cualquier cosa, todas las cuales les van a impedir comenzar a ejercer.

3) Cuando se animan a dar un paso, a destacar, a hacerse notar, les agarra “un ataque de pánico profesional” denominado por mí, falta de autoestima laboral, es decir, crecen en todo, se especializan, toman cursos y más cursos… Luego, vuelven al punto cero: consultorio, consultantes varios, temas todos… y nada más, vuelta al punto 2 en un bucle eterno.

Que pasa con la mayoría de los profesionales que no se animan a diferenciarse, a destacar, a arriesgar?

Para salir de la zona de confort necesitamos en primera instancia estar cansados. Si no hay algo que nos moleste del momento en el cual nos encontramos no es posible el cambio, por lo tanto tampoco el movimiento.

Y la emoción principal que sentimos cuando ya estamos cansados de la misma situación es miedo, mezclado quizá con ansiedad y alegría, a veces pesa más el miedo, pero aun así, lo ideal sería poner en acción esa frase que ya estás cansado de leer en todos lados (y aquí una vez mas) que dice: Hazlo, aun con miedo.

Y esa me parece la mejor decisión.

Trabajando en tu Autoestima Laboral

Hagamos entonces el primer ejercicio más allá del miedo:

Cuáles son las 3 expectativas que tenes en cuanto a tu profesión de hoy a 60 días? (por favor no lo hagas mentalmente, escribilas)

Expectativas:
1
2
3

Ahora, por cada una de ellas, escribí tres cosas que necesites realizar para concretarlas, en acciones.-

Para el punto 1 necesito:
  1
  2
  3
Para el punto 2 necesito:
  1
  2
  3
Para el punto 3 necesito:
  1
  2
  3

Determina el orden de los puntos en cuanto a la importancia de los  3 puntos al momento de Desplegar tu Profesión

Cuanto tiempo estimas podes dar de tu día para realizarlo? Marcalo aquí

Día Horas  
  Mañana Tarde Noche
Lunes      
Martes      
Miércoles      
Jueves      
Viernes      
Sábado      
Domingo      

Por último y para cerrar con estos ejercicios, me gustaría que te respondas a vos mismo:

Estás abierto realizar los cambios necesarios para revolucionar tu manera de ver tu Autoestima Laboral?

Estás dispuesto a realizar las acciones que determinaste necesitas para crecer?

Estás abierto a creer que mereces todo el crecimiento que la vida puede darte?

La capacidad de alcanzar el éxito soñado, y con soñado me refiero al tuyo propio, a esa imagen de vos mismo que ves cuando te pensas profesionalmente, va de la mano de CONOCER y ANIMARTE A RECONOCER que ya tenes todas las herramientas que te llevaran hasta ahí.

El camino que iniciaste, siempre seguirá estando para vos, podes caminar cuando precises y también podes trotar, correr por momentos o simplemente sentarte a disfrutar. Pero no te pares, no te pares por compararte con los demás o por pensar que conocen mas sobre tu pasión que vos.


En el camino profesional siempre hay nuevas oportunidades, solo hay que darse la oportunidad de tomarlas, como dijimos antes, aun con miedo.

Yo estoy, te acompaño.

Soledad.